EMPEZANDO EL NUEVO FOFI-AÑO

05.01.2020

Queso, paté, gambón al horno, tartaletas de gulas gratinadas con alioli, croquetas de queso azul y de chipirones en su tinta, mantecados, polvorones, turrón de chocolate...toda una amalgama de sabores que nos acompañaron en la despedida del 2019, sin olvidarnos de las 12 uvas y de los caldos que acompañaron el atracón, cerveza y espumoso...así empezamos el 2020 y como en cada inicio de año llegan los propósitos del fofisano! Buenos alimentos y deporte moderado (sin sufrir en el intento, AGUJETAS! alejaos de estos lozanos cuerpos).

Fofi-amigo! Espero que tengas un feliz año y que estés a la altura con nuestro más preciado bien, la panza!

Por nuestra parte pensamos que la mejor manera de comenzar el año es con una rutilla playera para saludar el 2020 con entusiasmo. Antes de iniciar la aventura del día 1 de Enero, seguimos nuestro ritual sagrado de desayuno de día festivo. Mientras Alejandra busca hasta la más remota excusa absurda para no abandonar el catre, yo con el nervio que me caracteriza bajo a la cocina para tostar el pan y hacer el café...todo ello con más precisión que un reloj suizo. Taza de café caliente y tostadas de tomate empapuzadas de aceite (como aprendí de mi señor padre), y es que el día o se empieza en condiciones, o no se empieza. Después de tomar energía, llenar el buche y satisfacer a nuestras voraces guatas (panza en ecuatoriano), nos ponemos la vestimenta de ruteo y nos disponemos a salir.

A dónde ir? Bueno, nosotros somos unos amantes de la playa de San Xurxo (San Jorge en castellano). A 20 minutos de Ferrol (14Km), esta localización costera reúne los requisitos esenciales para disfrutar de una ruta, un baño o un simple paseo relajante por la arena.


De fácil acceso y con servicios completos (duchas, limpia pies, escaleras de acceso a la playa, aseos "solo abiertos en verano"...) es para nosotros una de nuestras playas preferidas, y bueno, lo más importante, tiene chiringuito! Y esto significa querido amigo, que dispensan cerveza y alguna que otra cosa para empaparla...que más se puede pedir en esta humilde vida!

Nuestra llegada a la playa coincide con la estancia de algunos tempraneros caminantes, y un surfista que no quiere empezar el año sin coger alguna que otra ola. El día está prácticamente soleado, ligera brisa del oeste, y una temperatura de 12 grados que resulta agradable para la actividad física. Nada más llegar me descalzo y mi rechoncho y blancuzco pie toca la fina arena por primera vez en este año. Más fría que un candao y completamente húmeda por el efecto de las mareas, nos sirve de pavimento ideal para dar el trote playero que tanto nos gusta.

Para no perder la costumbre, el trote mañanero lo hago en soledad, ya que Alejandra, sacando su lado más fémino-latino palidece de frío al contacto de su piel morena con los vientos provenientes del Atlántico Norte. De esta manera, cual iguana marina de las Islas Galápagos se queda en una roca, embutida en su anorak negro, absorbiendo toda radiación posible mientras dormita con la mirada perdida al infinito...esta es la versión oficial, la realidad era que se estaba meando a chorro tieso (los aseos solo abren en verano, maldición).

Mientras la vejiga de Alejandra alcanzaba la presión crítica (al borde de la catástrofe) yo me deleitaba con un trote cochinero a lo largo de la orilla. Con mi respiración forzada, y mis chorros de sudor habituales poco a poco iba maldiciendo a cada manjar que la noche anterior había recorrido mis papilas gustativas a un ritmo vertiginoso. No sé cuánta distancia recorrí, probablemente no llegara ni a los 3Km, aunque a mí se me hicieron como 24. Una vez acabada la sesión de footing, tocaba la parte más atrevida del día, el baño de primeros de año!

Y es que en algún momento de mi joven vida, junto a mi sobrino Javier, tuve la feliz idea de darme un baño el día 1 de Enero, y desde entonces me lo pego, esté donde esté (excepto el año pasado, que por motivos gastrointestinales no pude cumplir con mi tradición, ya os contaré). La idea feliz vino de una especie de "a que no hay huevos"...pues los hubo y los sigue habiendo. Resta decir, que la diferencia de temperatura entre el Mediterráneo y el Atlántico roza lo grotesco. Con unos frioleros 14º las lorzas se te ponen más tersas que el culo de un bebé (existiendo estas aguas, ¿por qué la gente se gasta ese dineral en los liftings faciales?). A escasos metros de mí, otro valiente o descerebrado osa a meterse también en las turquesas y gélidas aguas de este maravilloso lugar.

Cumplo mi objetivo con celeridad, y salgo sintiendo como si me hubieran amputado las piernas (y lo que no es la pierna). Sin embargo, al calor del sol empiezo a desentumecerme y acabo sintiéndome vivo, fresco y lleno de energía...por lo que ahora sí podemos decir: BIENVENIDO 2020!

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